Lecciones valiosas que podemos aprender de los niños y 2 ejercicios psicológicos que nos ayudarán en la vuelta a la rutina

La vida es una aventura emocionante si aprovechamos las oportunidades y disfrutamos de las pequeñas cosas, igual que hacen los niños y niñas.

Aprendiendo de los niños

¿Alguna vez has observado a un niño mientras está jugando y has pensado: «Ojalá pudiera tener la misma ilusión que él»?

Durante nuestro viaje hacia la madurez, es habitual que nos olvidemos de algunos conocimientos esenciales que los niños ya conocen intuitivamente.

¡La buena noticia es que podemos reaprender y redescubrir esas verdades existenciales!

Confiar como hacen los niños

Cuando un niño se pone a trepar árboles, por ejemplo, podemos ver la confianza que tienen en sí mismos. Sienten que pueden enfrentarse a todo lo que venga. Y no se trata de que todo salga bien, porque siguiendo con el ejemplo de trepar árboles, es evidente que se caen una y otra vez… Pero aun así sienten que todo irá bien incluso si las cosas no salen al principio como esperaban. Por eso, la próxima vez que sientas miedos y dudas, trata de ver la situación como cuando eras pequeñ@ y, ¡lánzate a la aventura con confianza y valentía!

La lealtad y la esencia de la amistad

Si hacemos memoria nos acordaremos de nuestra época en el colegio. Cuando prestar un boli o una goma podía ser suficiente para iniciar una amistad que puede durar toda la vida. Y es que los niños son leales por naturaleza.

Hoy en día, que vivimos en un mundo de relaciones efímeras, dónde muchas personas tienen miles y miles de supuestos “amigos” en redes sociales, parece que estamos cada vez más, perdiendo la conexión con nuestro entorno y las personas que nos rodean.

Podemos reavivar esa manera de ver las relaciones como si fuéramos niños de nuevo. Valorando a las personas que queremos por lo que son, y no por lo que pueden ofrecernos. Y por encima de todo, si decimos “estaré allí para ti”, asegúrate de estar realmente presente.

Inocencia y la capacidad para maravillarnos

Un niño puede mirar a un charco después de la lluvia y ver un mundo entero de diversión. Y no es porque sean ingenuos, sino porque saben apreciar la belleza de las pequeñas cosas.

¿Cuándo fue la última vez que te maravillas con una puesta de sol o con la textura de una hoja?

Podemos aprender de los más pequeños para dejar a un lado los juicios y permitirnos asombrarnos con nuestro entorno, ya que la vida está llena de magia cuando tomamos conciencia y miramos a nuestro alrededor con inocencia.

Ejercicios psicológicos para jugar en familia

Diario del estado de ánimo

Se trata de desarrollar la autoconciencia y aprender a identificar los estados de ánimo. Así que cada mañana y cada noche, al principio y al final del día, cada uno de los miembros de la familia tiene que dibujar en un diario su estado de ánimo. Podría ser una cara triste, o sonriendo, o riendo, o cualquier cosa que refleje la emoción y el estado de ánimo en ese momento. Con la práctica este ejercicio es una herramienta de reflexión muy valiosa y muy sana para el desarrollo de la inteligencia emocional de los niños, y por qué no decirlo, también de los adultos.

La aventura de la amabilidad

Se trata de fomentar la empatía y enseñar a tus hijos a practicar la experiencia de ayudar y ser amable con sus compañeros y compañeras. Puede ser cualquier tipo de ayuda, por pequeña que sea, o bien decir cualquier cosa bonita a otra persona. Los adultos también tienen que participar, porque al final del día cada uno explicará al resto de la familia qué ha pasado durante ese día y qué oportunidades han tenido de ayudar a alguien. Se puede aprovechar el diario del humor para escribir estas situaciones bonitas y entenderemos que los dibujos alegres siempre estarán al lado de las buenas acciones, que no estamos haciendo por nosotros mismos, si no por las personas que nos rodean y nos acompañan.

Espero que todo esto te haya servido de inspiración para convertir tu día a día y el de tu familia en un juego, divertido y emocionante, porque lo que tenemos muy claro es que la clave está en nuestra actitud y los ojos con los que observamos a nuestro alrededor.

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