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mejorar la capacidad de atención

¿Qué es la capacidad de atención y cómo podemos mejorarla?

La atención es la ventana por dónde el cerebro es capaz de percibir el mundo que lo rodea. Se puede entender como la capacidad para seleccionar y concentrarse en los estímulos que nos rodean. Es clave y una pieza muy importante en todas las etapas y experiencias de nuestra vida. Sin embargo, la mayoría de personas tenemos dificultades para dominar nuestra atención.

Necesitamos dominar nuestra atención en cualquier situación, por ejemplo, cuando entablamos conversaciones, ya que dependiendo de la atención podremos entender y comunicarnos mejor. Es vital en los procesos de aprendizaje y memoria. Por lo tanto, tener una buena capacidad de atención es vital a la hora de estudiar y trabajar, ya que la productividad y el éxito dependen directamente de la atención y el esfuerzo que dedicamos, en todo lo que hacemos.

La capacidad de atención, como el resto de habilidades y funciones cerebrales, puede mejorar aportando los nutrientes que el cerebro necesita, con práctica y con una estimulación adecuada.

Si una persona no descansa las horas que necesita, no está bien alimentada, está constantemente sobre estimulada y pasa poco tiempo al aire libre, no es de extrañar que tenga problemas para concentrarse y mantener la atención.

“Me llamo Marc y tengo 36 años. Trabajo muchas horas, desde casa y me paso la mayor parte del día conectado al ordenador. Al principio no echaba de menos la oficina, pero después de unas semanas me empecé a dar cuenta de que mis hábitos van de mal en peor, y lo peor de todo es que me paso todo el santo día en casa. También se me han desmontado los horarios y desde hace un tiempo duermo mal, poco y me estoy alimentando de comida a domicilio. Antes aprovechaba los viajes desde el trabajo para pasar por el supermercado, así que ahora tengo que ir expresamente, y no voy. Tampoco voy al gimnasio, porque acabo saturado del trabajo y solamente me quedan fuerzas para ver series, hasta que me duermo, y repetimos”.

Existen muchas razones por las cuales podemos experimentar problemas de atención. Las preocupaciones, el estrés y la ansiedad pueden ser causas frecuentes, que pueden afectar negativamente a la capacidad de atención. Sin embargo, también ocurre a menudo que el crecimiento y desarrollo de los niños trae consigo diversas dificultades y desafíos.

“Fran, a pesar de sus muchas habilidades, saca muy malas notas. Probablemente esto se debe a que no puede concentrarse mucho tiempo en clase. Especialmente cuando se sienta junto a la ventana o con sus amigos. Incluso cuando se lo aprende bien, no termina las frases en las pruebas y se salta los detalles importantes. Cuando él empieza a responder las preguntas, otros niños ya están terminando. También tiene desventajas, porque se olvida la agenda, o la libreta, o los deberes… Su profesora dice que pasa la mayor parte de la clase en las nubes. Es tan despistado que ha perdido dos pares de guantes y una sudadera este año. Sus amigos se burlan un poco de él porque se olvida de todo. Lo que más me duele es que si no le ayudo y me siento con él para hacer los deberes, no podría arreglárselas por sí mismo”.

¿Cómo saber si se trata de TDAH?

Generalmente, cuando los problemas de atención se empiezan a observar en la infancia y afectan significativamente en el día a día, se considera si la persona sufre TDAH: trastorno por déficit de atención, con o sin hiperactividad.

El trastorno por déficit de atención (TDAH) es muy común en la infancia y se estima que afecta al 5,3% de los niños entre 6 y 17 años, aunque también está presente en adultos y en las últimas décadas ha aumentado drásticamente.

Los principales síntomas del TDAH son falta de atención, hiperactividad e impulsividad, y en algunos casos también pueden mostrar poca autodisciplina, impaciencia, mala conducta, dificultades para organizarse y baja autoestima. Estos síntomas pueden afectar negativamente al rendimiento escolar, la familia y las relaciones sociales.

La dificultad para prestar atención puede ir acompañada de una pasividad excesiva o, por el contrario, de hiperactividad e impulsividad.

¿Te preocupa el comportamiento de tu hijo/a? Consulta nuestra guía

Los Omegas son el alimento de tu cerebro.

Los Omegas son la mejor terapia nutricional para ayudarnos a mejorar nuestra atención, memoria y rendimiento, entre otras muchas funciones del cerebro y del organismo.

El cerebro es un órgano con una alta concentración de agua y grasa (lípidos). Estos lípidos forman el 60% del peso total del cerebro y el 35% son ácidos grasos esenciales Omega-3 y Omega-6.

El cuerpo humano no puede fabricar Omega-3 y Omega-6, y por tanto, solamente podemos obtenerlos mediante alimentación o suplementación. Aunque no es tan fácil obtener las cantidades recomendadas mediante la alimentación, teniendo en cuenta que el alimento que más Omegas contiene es el pescado azul y que para obtener la cantidad diaria recomendada para el buen funcionamiento del cerebro, según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), sería necesario consumir 284 gramos de salmón al día.

Es muy importante mantener un buen equilibrio de Omega-3 y Omega-6, ya que realizan funciones muy importantes para el desarrollo, el funcionamiento de las membranas neuronales, la neurotransmisión y la neuroprotección, en todas las etapas vitales, pero especialmente en mujeres embarazadas, lactantes, niños y personas mayores.

Según las evidencias científicas, sufrir un déficit o desequilibrio puede estar relacionado con problemas en el desarrollo, problemas de atención y dificultades de aprendizaje. Este equilibrio es uno de los factores que se altera como consecuencia de la neuroinflamación, una de las principales características que tienen en común los trastornos del neurodesarrollo y otras condiciones relacionadas; trastorno por déficit de atención (con hiperactividad), trastorno del espectro autista, dislexia, discalculia, dispraxia, etc. Por lo tanto, la restauración del equilibrio entre Omega-3 y Omega-6 puede ayudar a mejorar los síntomas de estas condiciones.

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