¿Qué es la Enfermedad Inflamatoria Intestinal?
La Enfermedad Inflamatoria Intestinal, o EII, es un término que engloba dos patologías crónicas que afectan al sistema digestivo: la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Ambas se caracterizan por una inflamación persistente en distintas zonas del intestino, lo que puede provocar molestias digestivas, fatiga y un impacto significativo en la calidad de vida. La colitis ulcerosa se caracteriza por lesiones inflamatorias crónicas en la pared del intestino grueso (colon), mientras que la enfermedad de Crohn puede aparecer en cualquier parte del aparato digestivo (desde la boca hasta el ano). Aunque no tiene cura, con un buen abordaje puede controlarse y permitir una vida activa y plena.
¿A quién afecta y por qué?
Se estima que la EII afecta a más de 300.000 personas en España, con un aumento progresivo de casos, especialmente entre jóvenes. No hay una única causa, pero se sabe que intervienen factores genéticos, ambientales, inmunológicos y relacionados con el estilo de vida.
Según la Confederación ACCU Crohn y Colitis Ulcerosa “En comparación con otros países desarrollados, España es uno de los que concentra una mayor proporción de pacientes entre 20 a 29 años, situándose por delante de países como Reino Unido, Alemania o Estados Unidos, y con niveles similares a Italia.
Las principales preocupaciones de un paciente con EII son que padecer EII conlleva una pérdida importante en la calidad de vida para la mayoría de los pacientes. De manera más detallada, el 74% declara estar altamente afectado por la sensación de evacuación incompleta (tenesmo); a un 72% de los pacientes les preocupa la diarrea, y el 46% afirma que la EII le provoca demasiada fatiga y cansancio para llevar a cabo sus actividades diarias con normalidad. Entre otras preocupaciones, también destacan el miedo a la intervención quirúrgica, el dolor abdominal y la incertidumbre de los brotes.”
Síntomas más comunes
Cada persona puede experimentar la EII de forma distinta, pero algunos síntomas frecuentes incluyen:
- Dolor abdominal
- Diarrea crónica, a veces con sangre
- Urgencia para ir al baño
- Pérdida de peso y apetito
- Fatiga continua
Además, no todo se queda en el intestino: puede haber síntomas fuera del sistema digestivo, como dolor en las articulaciones, afecciones de la piel o los ojos, y un estado de ánimo alterado.
La EII cursa en brotes, con periodos de mayor intensidad, y fases de remisión donde los síntomas disminuyen.
¿Por qué se produce?
Nuestro intestino no solo se encarga de digerir lo que comemos. También actúa como una barrera inteligente: permite el paso de nutrientes y, al mismo tiempo, bloquea el paso de sustancias potencialmente dañinas, como bacterias, toxinas o partículas mal digeridas. Esta función protectora depende en gran parte del buen estado de la mucosa intestinal, una fina capa de células que recubre el tubo digestivo por dentro.
¿Qué sucede cuando esa barrera se debilita?
Cuando la mucosa intestinal está dañada o alterada, se ve aumentada la permeabilidad intestinal, dejando pasar moléculas inadecuadas para la sangre. Lo que popularmente se conoce como “intestino permeable”, aunque su término técnico es hiperpermeabilidad intestinal. Esta condición permite el paso de sustancias que no deberían entrar al torrente sanguíneo, lo que puede generar una respuesta inmunitaria exagerada y, con el tiempo, favorecer procesos inflamatorios crónicos.
Un círculo que se retroalimenta
En personas con Enfermedad Inflamatoria Intestinal (como Crohn o colitis ulcerosa), se ha observado con frecuencia esta alteración de la mucosa. Lo más complejo es que este daño no es solo consecuencia de la EII, sino que también puede contribuir a mantenerla o agravarla. Es decir, una barrera intestinal debilitada alimenta el problema en lugar de frenarlo.
Algunos factores que pueden afectar negativamente la mucosa intestinal:
- Una alimentación rica en ultraprocesados, colorantes o grasas de baja calidad
- Infecciones intestinales previas
- Estrés mantenido
- Desequilibrios en la microbiota intestinal
- Deficiencias de ciertos nutrientes (zinc, glutamina, vitamina A…)
Cuidar la mucosa: un objetivo clave
Por eso, en el enfoque de salud digestiva integrativa, proteger y reparar la mucosa intestinal es un objetivo prioritario. Esto puede lograrse a través de:
- Una alimentación rica en alimentos reales y fáciles de digerir
- Apoyo con nutrientes y compuestos naturales que refuercen la integridad de la mucosa (como la glutamina, zinc o ciertos extractos vegetales)
- Reducción de factores que la irritan: estrés, tóxicos ambientales, algunos medicamentos…
Recuperar una barrera intestinal fuerte no solo ayuda a mejorar los síntomas digestivos, sino que también modula la respuesta inmunitaria y favorece el equilibrio general del organismo.
Diagnóstico y tratamiento médico
El diagnóstico de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) puede ser complicado y tardío, especialmente en pacientes con enfermedad de Crohn porque la inflamación puede localizarse en cualquier punto del tubo digestivo y presentar una sintomatología variada, inespecífica y atribuible a otras enfermedades.
Ante síntomas persistentes, es fundamental consultar con un especialista. El diagnóstico suele incluir:
- Análisis de sangre y heces: identifican cualquier indicio de inflamación o infección, así como niveles de anemia y deshidratación.
- Colonoscopia: diagnostican definitivamente la EII y aportan información sobre la presencia de úlceras, inflamación, sangrado y estenosis.
- Pruebas de imagen: muestran las zonas inflamadas y ayudan a determinar la extensión, la gravedad y las complicaciones de la enfermedad. No confirman el diagnóstico.
Actualmente no existe una cura para la enfermedad inflamatoria intestinal, pero el curso de la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa se puede alterar por los tratamientos disponibles que han demostrado producir cambios a corto y largo plazo en la evolución de la enfermedad. El objetivo del tratamiento, por tanto, es controlar la actividad de la enfermedad, favorecer la remisión y ayudar a evitar las complicaciones.
El tratamiento médico puede incluir fármacos antiinflamatorios, inmunosupresores o, en casos graves, cirugía. Pero además del enfoque farmacológico, cada vez se valora más el papel del cuidado integral: alimentación, descanso, salud emocional y complementos alimenticios.
La importancia del estilo de vida en la EII
Vivir con una Enfermedad Inflamatoria Intestinal implica mucho más que tomar una medicación. El estilo de vida tiene un impacto directo sobre la frecuencia e intensidad de los brotes, el estado de la mucosa intestinal, el sistema inmunitario e incluso el estado emocional. Cuidar la alimentación, gestionar el estrés y evitar hábitos perjudiciales puede mejorar enormemente la calidad de vida de las personas con EII.
Dieta y nutrición
Aunque no existe una dieta única para todos, muchos pacientes mejoran evitando ultraprocesados, grasas saturadas y lácteos en ciertos casos. Apostar por una alimentación antiinflamatoria, rica en vegetales, fibras solubles y grasas saludables, puede marcar la diferencia. Cuando el paciente se encuentra en un brote, puede hacer distintas cosas como:
- Identificar los alimentos a los que asocias los síntomas.
- Identificar los alimentos que te causan menor sintomatología.
- Tomar porciones de comida más pequeñas y frecuentes durante todo el día.
- Tratar de consumir productos sin lactosa si eres intolerante o desconoces que lo eres.
- Evitar el alcohol, la cafeína, la fructosa, el azúcar y los edulcorantes artificiales si te hacen sentir peor.
- Evitar beber líquido durante una comida. Mejor tomarlo entre horas.
- Reducir el consumo de grasas, ya que podrían ser difícil de digerir (y pueden provocar el aumento de las deposiciones)
Manejo del estrés y descanso
El intestino es sensible al estado emocional. Técnicas como la meditación, el yoga, el contacto con la naturaleza y un sueño reparador ayudan a reducir los brotes. Las personas con enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas psicológicos que la población general. Entre los que se incluye la depresión, la ansiedad y los trastornos de pánico entre otros. Trastornos a los que habría que sumar el estrés que genera la propia EII. Tanto que cabe destacar que la mayoría de los trastornos psicológicos descritos estarían relacionados con el tiempo transcurrido desde que debutó la enfermedad.
Actividad física adaptada
El ejercicio regular y moderado puede ayudar a reducir la inflamación, mejorar el estado de ánimo y fortalecer el sistema inmunológico.
Recomendaciones:
- Actividades de bajo impacto como caminar, nadar, bicicleta suave o yoga
- Evitar el sobreesfuerzo en fases de brote
- Escuchar al cuerpo: moverse sí, pero sin forzar
Una vida activa, sin excesos, es siempre un aliado para el intestino.
Hábitos tóxicos
Existen ciertos hábitos que pueden empeorar la evolución de la EII o desencadenar brotes. Evitarlos o reducirlos es una decisión clave.
Principales factores a evitar:
- Tabaco: especialmente perjudicial en la enfermedad de Crohn.
- Alcohol: irrita la mucosa intestinal y altera la microbiota.
- Colorantes, conservantes y ultraprocesados: pueden generar inflamación o desequilibrios intestinales.
- Contaminantes ambientales: la exposición crónica a tóxicos (pesticidas, metales pesados) también puede influir.
Cuidar lo que comemos, lo que respiramos y lo que aplicamos en nuestro cuerpo también es parte del tratamiento.
Complementos alimenticios como aliados
Los complementos alimenticios no sustituyen al tratamiento médico, pero pueden ser un apoyo importante para mejorar la calidad de vida de las personas con EII. Su papel está en acompañar, reforzar y proteger el organismo, ayudando a cubrir déficits nutricionales, modular la inflamación y cuidar la mucosa intestinal.
Micronutrientes clave
Las personas con EII pueden tener mayor riesgo de deficiencias nutricionales, ya sea por una mala absorción intestinal, pérdidas por diarrea o restricciones dietéticas. Algunos micronutrientes especialmente importantes son:
Vitamina D: ayuda a regular el sistema inmunitario y tiene un efecto antiinflamatorio. Los niveles bajos son frecuentes en personas con EII.
Hierro: la anemia es común, sobre todo en fases de brote, por la pérdida de sangre y la menor absorción. El hierro bisglicinato, por ejemplo, suele ser mejor tolerado.
Vitamina B12 y ácido fólico: especialmente en la enfermedad de Crohn, si hay afectación del íleon.
Zinc: esencial para la reparación de la mucosa intestinal y el correcto funcionamiento del sistema inmunológico.
Magnesio: puede ayudar a reducir el cansancio y apoyar la función muscular e intestinal.
Algunos ingredientes de origen natural pueden ayudar a mantener el equilibrio del organismo, ofrecer una acción calmante sobre el sistema digestivo o favorecer el bienestar intestinal.
Aceite de espino amarillo: ricos en omega 7, carotenoides y fitoesteroles, contribuyen al mantenimiento de la mucosa intestinal y ofrecen una acción emoliente y protectora. Oliovita Gastro combina este aceite en una fórmula pensada para acompañar el cuidado digestivo diario, especialmente en personas con molestias recurrentes o necesidad de reforzar la barrera intestinal.
Extractos y compuestos naturales con acción moduladora
Algunos ingredientes de origen natural pueden ayudar a mantener el equilibrio del organismo, ofrecer una acción calmante sobre el sistema digestivo o favorecer el bienestar intestinal.
- Cúrcuma (curcuminoides): apoya el mantenimiento de una respuesta fisiológica equilibrada.
- Omega-3 (EPA/DHA): contribuyen al funcionamiento normal del corazón y pueden ser útiles como parte de una dieta equilibrada.
- Glutamina: aminoácido que ayuda a mantener la integridad de la mucosa intestinal.
- Aloe vera: puede tener un efecto calmante y protector sobre el aparato digestivo.
- Probióticos específicos: algunas cepas pueden contribuir al equilibrio de la microbiota intestinal.
¿Qué papel pueden jugar en el manejo de la EII?
El uso de complementos alimenticios debe ser siempre adaptado a cada persona y supervisado por un profesional. Pueden ser una herramienta útil para apoyar el bienestar intestinal, reforzar el sistema inmunitario o compensar carencias nutricionales, especialmente en etapas de mantenimiento o recuperación.
La mucosa intestinal necesita omegas 3, 6, 7 y 9 para mantenerse sana. Ingredientes como el aceite de espino amarillo nutre y calma desde dentro.
Oliovita Gastro puede ser un buen aliado si buscas:
- Aportar hidratación, nutrición y reparación a la mucosa gastrointestinal
- Contribuir en el alivio y protección frente a infecciones intestinales
- Ayudar a combatir la inflamación intestinal en situaciones crónicas, por sus propiedades antioxidantes
- Contribuir en la mejora de la permeabilidad intestinal
- Ayudar a paliar los efectos de los medicamentos sobre las mucosas
Vivir con EII: claves para el día a día
Más allá de los tratamientos y la alimentación, vivir con una EII requiere adaptar rutinas, aceptar nuevos ritmos y, sobre todo, aprender a escucharse.
Consejos prácticos
- Lleva un diario de síntomas y alimentos: puede ayudarte a identificar qué te sienta mejor y qué no.
- Planifica tus comidas y horarios: los hábitos regulares favorecen la salud intestinal.
- Ten un “kit de emergencia”: si viajas o sales de casa, lleva ropa cómoda, acceso fácil al baño y algún snack que toleres bien.
- Cuida tu entorno emocional: la EII no solo afecta al cuerpo, también puede tener impacto en el estado de ánimo, la autoestima o las relaciones.
Apoyo emocional y comunidad
La EII puede generar aislamiento o incomprensión. Buscar apoyo —ya sea en asociaciones de pacientes, grupos online o terapias psicológicas— puede ayudarte a sentirte acompañado y comprendido.
Practicar la autocompasión y reconocer tus límites sin culpa también forma parte del proceso de autocuidado.
Conclusión
La Enfermedad Inflamatoria Intestinal es compleja, pero no te define. Con un enfoque integrativo, en el que se combine el tratamiento médico con una alimentación adecuada, buenos hábitos de vida y el uso de suplementos naturales que respeten tu cuerpo, es posible ganar calidad de vida y bienestar.