El síndrome de COVID persistente, también conocido como long COVID, se ha convertido en uno de los principales desafíos médicos derivados de la pandemia del coronavirus.
Afecta a pacientes que, tras haber superado la infección aguda por SARS-CoV-2, siguen presentando algunos de sus síntomas que impactan en su calidad de vida y en su capacidad funcional.
Entender qué hay detrás del COVID persistente y cómo modular la respuesta inmunitaria de forma eficaz es clave en la recuperación.
¿Qué es el COVID persistente y cómo se manifiesta?
COVID persistente es el nombre que se da a los síntomas que siguen presentes más de 12 semanas después de haber superado la infección aguda por coronavirus, sin que haya otra causa médica que los explique.
No se trata solo de estar “cansado unos días más”. En muchos casos, estos síntomas afectan de forma importante a la energía, la resistencia muscular, la concentración o la respiración, y pueden interferir con la vida diaria, el trabajo o el descanso.
Los síntomas varían según la persona, pero algunos son especialmente frecuentes:
- Fatiga intensa y duradera, que no mejora con el descanso
- Dificultad para respirar o sensación de ahogo
- Niebla mental: problemas para concentrarse, pensar con claridad o recordar cosas
- Dolor muscular o articular
- Latidos rápidos o sensación de taquicardia
- Alteraciones del sueño o ansiedad
Estos síntomas pueden aparecer de forma intermitente o empeorar después de hacer un esfuerzo físico o mental.
No se limita a pacientes que hayan experimentado cuadros graves; también se ha documentado en casos moderados e incluso leves.
Se estima que entre un 10 y un 20 % de los enfermos de COVID pueden experimentar síntomas prolongados, con gran heterogeneidad clínica y duración variable.
¿Qué le pasa al sistema inmune tras una infección por COVID-19?
Cuando el SARS-CoV-2 entra en el cuerpo, el sistema inmune se activa para eliminarlo. En condiciones normales, después de controlar la infección, las defensas deberían volver a su estado basal. Pero en algunos casos esto no ocurre. En su lugar, se mantiene una especie de “modo inflamatorio” que afecta al equilibrio inmunológico.
¿Por qué persisten los síntomas tanto tiempo?
Una de las principales causas tiene que ver con el sistema inmune. Aunque el virus ya no esté activo, en algunas personas las defensas no logran volver a su estado habitual. Es como si el cuerpo se quedara “en modo alerta”, generando una inflamación de bajo grado que mantiene algunos de los síntomas. En otras palabras: el sistema inmune sigue luchando, pero el virus ya no está.
Esto se manifiesta en la disminución de células NK (Natural Killer), esenciales para acabar con los restos virales y evitar reactivaciones; desequilibrio en la producción de citoquinas, lo que genera inflamación persistente o ineficaz y fatiga inmunológica, donde el sistema ya no responde de forma eficiente a nuevos estímulos.
Este desajuste explica por qué, a pesar de haber superado el COVID, algunas personas siguen sintiéndose enfermas durante más tiempo.
¿Cómo acompañar al sistema inmune en su recuperación?
Después de una etapa de desgaste, como puede ser un proceso viral largo, es habitual que el cuerpo necesite tiempo para volver a su equilibrio. En estos casos, cuidar el descanso, la alimentación y el nivel de estrés es clave. También existen ingredientes naturales que han sido estudiados por su capacidad para apoyar el funcionamiento normal del sistema inmunológico.
Uno de ellos es el Arabinoxilano de arroz fermentado, un compuesto presente en complementos como Bi·Bran®, que se incorpora habitualmente en pacientes enfocados en el cuidado inmunológico.
Si sigues notando que no recuperas tu energía tras sufrir COVID o que tu cuerpo no responde como antes, puede que tu sistema inmune siga desajustado. Te recomendamos consultarlo con un profesional médico.